Friday, November 18, 2011

115/88

Hace algunos meses, aproximadamente siete meses atrás, visité a mi médico para una consulta de rutina, especialmente para descubrir la raiz de ciertos problemas gástricos, las cuales estaban molestándome de manera continua en esos días. Su mayor preocupación no fué, sin embargo, sobre mi sistema digestivo, fué sobre mi presión arterial. La enfermera le entregó los resultados y fueron muy altos como para no considerarme una persona saludable. Los números que el doctor me dió fueron de 165/125. Este número podría agravarse y ayudaría a desarrollar enfermedades que incluso podrían ser irreversible o fatales. Su recomendación fué que tenía que hacer cambios drásticos en mi vida: ejercicio y dieta.
Nunca he sido una persona demasiado activa, pero tampoco tengo un estilo de vida sedentaria. Decidí pagar una membresía en el gimnasio de la universidad donde trabajo, ejercitaba por lo menos tres veces a la semana. En cuanto a la dieta, la principal recomención fué seguir una basada en bajas calorias y sobre todo bajo en sodio.
Por espacio de cuatro meses seguí esta dieta rigurosamente, ejercitando cada vez menos por tener cada día más obligaciones laborales. Después de tres visitas al médico no hubo muchos cambios, la presión arterial aún continuaba en números demasiado altos: 145/115. No sabía que hacer, asi que decidí ejercitar aún más, a pesar de que un par de veces no podía ni caminar o incluso llegué a lesionarme la espalda y tuve que pedir unos días de descanso para recuperarme del dolor intenso que me aquejaba.
Otra visita al médico y nada, simplemente no podía creer que a pesar de todo el esfuerzo puesto en dieta y ejercicio no habian cambiado mucho aún, los índices continuaban siendo altos, a pesar de que existía una mínima mejoría (145/99), pero la hipertensión aun continuaba conmigo, estaba viviendo con el “enemigo silencioso” y tal parecía que no podría quitarmelo de encima.
Después de llegar a un punto de desesperación durante el último chequeo decidí cambiar radicalmente mi dieta: de la omnivoría al vegetarianismo. Después de algunas semanas comencé a ver buenos resultados, era más activo, no me cansaba con tanta facilidad, mi peso por fin comenzaba a controlarse y lo mejor de todo es que me sentía cada día más saludable. Otro cambio fué de que no solamente seguía una dieta vegetariana, el ochenta por ciento del tiempo he seguido una dieta vegana, me he acostrumbado bien a ella e incluso he encontrado recetas las cuales me han ayudado a descubrir un mundo nuevo. Al mismo tiempo descubrí que existen muchos platillos latinoamericanos basados en el concepto vegano de utilizar tan solo productos vegetales, tengo que mencionar que el maiz, las papas o patatas, el tomate y las diferentes variedades de chiles son las contribuciones más grandes del continente americano a la dieta mundial. Así que es posible continuar con un estilo de vida similar a la que siempre he tenido, claro está, sin productos animales.
Lo más notable recientemente es que hace alrededor de un mes visité por última vez a mi médico, con alegría recibí la noticia de la enfermera la cual me dijo que los números mostrados por el artefacto que mide la presión arterial fueron de 115/88, estoy finalmente dentro de un número dentro de lo normal. Después de esta visita me hizo reafirmar una idea, la de continuar con el estilo de vida que me devolvió el aspecto personal normal más importante de mi vida: mi salud.


© Photography EZ Cambranis

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